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Golpes en la gran ciudad (Libre)
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Golpes en la gran ciudad (Libre)
¿Cuántas peleas habían pasado desde su última victoria? ¿Cuántas peleas seguidas había perdido ya? Se fue preguntando Rider mientras atravesaba una solitaria calle de la Capital del Oeste, la ciudad más grande y poblada del planeta. Estaba en el barrio más peligroso de la megalópolis, una zona donde se juntaban todos los criminales de la gran ciudad, ladrones y matones se movían por esos territorios sin ley entre tabernas y casas de juegos. No era de sus lugares predilectos a visitar, sin embargo un interesante rumor llegó a sus oídos, en ese terrible barrio era común que se organizaran un gran números de peleas clandestinas.
Eso oyó en la segunda de sus tres derrotas seguidas, luego de no haber podido de clasificar a las finales de un torneo organizado en un pequeño pero talentoso poblado. Había comenzado bien aquel torneo, ganándole a un hombre que le duplicaba su edad y peso, para seguir con una pelea intensa y pareja. Ninguno de los dos se habían sacado ninguna diferencia pero el maldito limite del tatami fue su perdición, terminó fuera de los límites. A pesar de que logró tener una segunda oportunidad para clasificar por culpa de un simple empujó cayó fuera del tatami por segunda vez. Mas no recordar la tercera, en una pequeña villa de Namek se enfrentó un guerrero que lo derrotó con un golpe tan veloz que ni siquiera lo pudo imaginar. Pero debía seguir, ya había perdido muchas veces y no le preocupaban, eran tan solo combates amistosos.
Su caminar paciente y tranquilo lo fue dirigiendo hacia su destino. Un boxeador que auguraba ser finalista del próximo Tenkaichi Budokai- aunque podían ser solo mentiras- retaba a la gente del público a un combate, era justo lo que buscaba. Sin muchas presentaciones, Rider se acercó al epicentro del lugar y esperó a que dieran la orden de pelear.
El boxeador era más grande y tenía una musculatura aterradora, movía sus pies rápidamente y con una técnica aceptable. Parecía que aquella pelea iba a ser interesante, impaciente Rider elevó sus puños a la altura de su rostro en una pose de pelea parecida a la del Muay Thay. Como pensaba su rival comenzó a atacar, lanzaba puñetazos demoledores hacia su cara, mientras que el joven huérfano tan solo se dedicaba a evadirlos esperando ver una abertura por la cual entrar. El público comenzaba a impacientarse y el boxeador intentaba apurar sus golpes y ser más preciso. Pero el cansancio y la impaciencia comenzaron a hacer efecto y las aberturas comenzaron a aparecer. Estaba a unos pasos de distancia y su rival se abalanzó hacia él, Rider saltó acortando distancias y clavó con fuerza su rodilla en la boca del estomago del boxeador quien perdió la conciencia. Había ganado rápidamente y de una manera sencilla, justo lo que necesitaba. La pelea había terminado y los espectadores comenzaron a alejarse del lugar, sorprendidos por lo que habían visto. Rider los miraba sonriendo.
Eso oyó en la segunda de sus tres derrotas seguidas, luego de no haber podido de clasificar a las finales de un torneo organizado en un pequeño pero talentoso poblado. Había comenzado bien aquel torneo, ganándole a un hombre que le duplicaba su edad y peso, para seguir con una pelea intensa y pareja. Ninguno de los dos se habían sacado ninguna diferencia pero el maldito limite del tatami fue su perdición, terminó fuera de los límites. A pesar de que logró tener una segunda oportunidad para clasificar por culpa de un simple empujó cayó fuera del tatami por segunda vez. Mas no recordar la tercera, en una pequeña villa de Namek se enfrentó un guerrero que lo derrotó con un golpe tan veloz que ni siquiera lo pudo imaginar. Pero debía seguir, ya había perdido muchas veces y no le preocupaban, eran tan solo combates amistosos.
Su caminar paciente y tranquilo lo fue dirigiendo hacia su destino. Un boxeador que auguraba ser finalista del próximo Tenkaichi Budokai- aunque podían ser solo mentiras- retaba a la gente del público a un combate, era justo lo que buscaba. Sin muchas presentaciones, Rider se acercó al epicentro del lugar y esperó a que dieran la orden de pelear.
El boxeador era más grande y tenía una musculatura aterradora, movía sus pies rápidamente y con una técnica aceptable. Parecía que aquella pelea iba a ser interesante, impaciente Rider elevó sus puños a la altura de su rostro en una pose de pelea parecida a la del Muay Thay. Como pensaba su rival comenzó a atacar, lanzaba puñetazos demoledores hacia su cara, mientras que el joven huérfano tan solo se dedicaba a evadirlos esperando ver una abertura por la cual entrar. El público comenzaba a impacientarse y el boxeador intentaba apurar sus golpes y ser más preciso. Pero el cansancio y la impaciencia comenzaron a hacer efecto y las aberturas comenzaron a aparecer. Estaba a unos pasos de distancia y su rival se abalanzó hacia él, Rider saltó acortando distancias y clavó con fuerza su rodilla en la boca del estomago del boxeador quien perdió la conciencia. Había ganado rápidamente y de una manera sencilla, justo lo que necesitaba. La pelea había terminado y los espectadores comenzaron a alejarse del lugar, sorprendidos por lo que habían visto. Rider los miraba sonriendo.
Rider- Mensajes : 48
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Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Pasaron cinco meses desde que Kradder inició su viaje, desde que dejó la granja de sus padres humanos. Recorrió montes cuando nevaba, junglas mientras llovía incluso un desierto cuando el sol no tenía capacidad de calentar más aquel lugar.
Sin embargo, solo había luchado contra animales, bestias feroces que le atacaban en la oscuridad mientras él dormía o carroñeros que buscaban comida dentro de su caseta. Éstos últimos salían muy decepcionados ya que Kradder, siendo un namekuseijin, no necesitaba provisiones de comida, simplemente agua. El nivel de combate del pequeño verde no subió demasiado en estos meses y al final decidió ir a la gran ciudad. A la Ciudad del Oeste.
Lo primero que hizo fue entrar en una tienda de ropa y comprar varios atuendos, iguales pero en diferentes colores. Pantalones anchos con goma en la parte inferior para que quedaran bien sujetos en los tobillos, tiras de tela para usarlos como cinturón, botas de la marca Capsule Corp. ; desde pequeño le han gustado esta clase de botas, daba igual en qué color, siempre vestía botas de esa marca o iba descalzo, algo raro en un namekuseijin; y por último, guantes a juego con las botas. La moda no era algo que le interesara mucho, pero le gustaba ir siempre impecable, la lucha más que un combate es una exibición para la gente, y por ello hay que ir bien vestido.
Cuando salió de allí, con vistiendo ropa nueva; pantalones azules, botas y guantes negros con detalles rojizos, cinturón negro y el torso al descubierto; se acercó a una multitud. Gracias a su estatura, no le costó demasiado pasar entre la gente y colocarse en primera fila para ver lo que estaba mirando esa gente. ¡Un combate!
Lo primero que vio fue un gigantesco boxeador, una masa de músculos. El contrincante también era alto, con el cuerpo desarrollado, pero no tan exagerado como el del boxeador. El boxeador parecía algo cansado cuando Kradder echó el vistazo, sus golpes no acertaban en el chico de pelo castaño, éste esquivaba todas. De repente el gigantón se avalanzó pero el chico, con un rapidísimo movimiento le incrustó un rodillazo en el estómago. El chico ni siquiera parecía estar sudando y el otro parecía que estaba sin consciencia. Con la pelea acabada, la gente empezó a alejarse entre murmullos. Kradder miró a su alrededor, nadie le había aplaudido a ese expléndido guerrero, se limitaron a sorprenderse e irse.
- ¡Eso ha sido increíble señor! - dijo Kradder mientras se quedaba solo entre el público, aplaudiendo con energía.
Sin embargo, solo había luchado contra animales, bestias feroces que le atacaban en la oscuridad mientras él dormía o carroñeros que buscaban comida dentro de su caseta. Éstos últimos salían muy decepcionados ya que Kradder, siendo un namekuseijin, no necesitaba provisiones de comida, simplemente agua. El nivel de combate del pequeño verde no subió demasiado en estos meses y al final decidió ir a la gran ciudad. A la Ciudad del Oeste.
Lo primero que hizo fue entrar en una tienda de ropa y comprar varios atuendos, iguales pero en diferentes colores. Pantalones anchos con goma en la parte inferior para que quedaran bien sujetos en los tobillos, tiras de tela para usarlos como cinturón, botas de la marca Capsule Corp. ; desde pequeño le han gustado esta clase de botas, daba igual en qué color, siempre vestía botas de esa marca o iba descalzo, algo raro en un namekuseijin; y por último, guantes a juego con las botas. La moda no era algo que le interesara mucho, pero le gustaba ir siempre impecable, la lucha más que un combate es una exibición para la gente, y por ello hay que ir bien vestido.
Cuando salió de allí, con vistiendo ropa nueva; pantalones azules, botas y guantes negros con detalles rojizos, cinturón negro y el torso al descubierto; se acercó a una multitud. Gracias a su estatura, no le costó demasiado pasar entre la gente y colocarse en primera fila para ver lo que estaba mirando esa gente. ¡Un combate!
Lo primero que vio fue un gigantesco boxeador, una masa de músculos. El contrincante también era alto, con el cuerpo desarrollado, pero no tan exagerado como el del boxeador. El boxeador parecía algo cansado cuando Kradder echó el vistazo, sus golpes no acertaban en el chico de pelo castaño, éste esquivaba todas. De repente el gigantón se avalanzó pero el chico, con un rapidísimo movimiento le incrustó un rodillazo en el estómago. El chico ni siquiera parecía estar sudando y el otro parecía que estaba sin consciencia. Con la pelea acabada, la gente empezó a alejarse entre murmullos. Kradder miró a su alrededor, nadie le había aplaudido a ese expléndido guerrero, se limitaron a sorprenderse e irse.
- ¡Eso ha sido increíble señor! - dijo Kradder mientras se quedaba solo entre el público, aplaudiendo con energía.
Kradder- Mensajes : 20
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Fecha de inscripción : 26/07/2012
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
La victoria había sido contundente, con tan solo una táctica inteligente y un rodillazo preciso pudo dejar fuera de combate a un gorila que le duplicaba su tamaño y peso. Un boxeador decente era, sin embargo no tenía la velocidad ni la astucia suficiente para leer y predecir los planes de su contrincante, por más básicos y lógicos que pudiesen parecer. Antes de sentir su rodilla incrustándose en el estomago del fornido rival lo sabía, incluso antes de los primeros golpes lanzados por el púgil Rider sospechaba que la pelea estaba decidida. No tenía dudas de que ganaría en aquella ocasión.
Muy pocas veces había logrado vencer a alguien de un solo golpe y de manera tan clara, puesto que sus rivales siempre estaban en un mismo nivel o incluso eran más poderosos que él. Una dolorosa costumbre instaurada por su difunto maestro. No era de extrañarse, que debido a aquella tendencia, Rider supiera lo que significaba ser noqueado con un golpe.
Pero estaba allí, en el centro de una multitud que en silencio se iba dispersando sorprendidos y satisfechos por haber visto un buen espectáculo. Tan solo sonreía sin saber que hacer exactamente. No pudo saludar a su rival ya que aún inconciente era arrastrado por dos amigos suyos y tampoco pudo reclamar algo de dinero como premio por no haberlo acordado antes, y todo por apresurado. No importaba eso, había ganado y era suficiente.
Entonces sintió una voz de alguien entusiasmado que era acompañada por apurados y fuertes aplausos. Buscó con su vista al dueño de la voz hasta encontrarlo. En frente suyo había un pequeño niño de piel verde como la de un reptil, de orejas puntiagudas, con dos antenas sobresalían de su calva frente y dos pupilas rojas y brillantes. Era un namekuseíjin. Rider los conocía bastante bien sin embargo estaba sorprendido. Nunca en su vida había visto a uno fuera de Namek y mucho menos a uno tan pequeño.
-Gracias, hago se hace lo que se puede - dijo de manera amistosa mientras se acercaba al impresionado espectador –pero no me llames señor, niño me hace sentir viejo. Mejor dime Rider ¿y tu eres?- estaba a unos pasos del muchacho mirándolo detenidamente. Espontáneamente - ¿Qué hace un nameku en un lugar como este? - se sentó en suelo y continuó hablando - Así que te gustan las artes marciales ¿Sabes pelear o tan solo te dedicas a ver?
Muy pocas veces había logrado vencer a alguien de un solo golpe y de manera tan clara, puesto que sus rivales siempre estaban en un mismo nivel o incluso eran más poderosos que él. Una dolorosa costumbre instaurada por su difunto maestro. No era de extrañarse, que debido a aquella tendencia, Rider supiera lo que significaba ser noqueado con un golpe.
Pero estaba allí, en el centro de una multitud que en silencio se iba dispersando sorprendidos y satisfechos por haber visto un buen espectáculo. Tan solo sonreía sin saber que hacer exactamente. No pudo saludar a su rival ya que aún inconciente era arrastrado por dos amigos suyos y tampoco pudo reclamar algo de dinero como premio por no haberlo acordado antes, y todo por apresurado. No importaba eso, había ganado y era suficiente.
Entonces sintió una voz de alguien entusiasmado que era acompañada por apurados y fuertes aplausos. Buscó con su vista al dueño de la voz hasta encontrarlo. En frente suyo había un pequeño niño de piel verde como la de un reptil, de orejas puntiagudas, con dos antenas sobresalían de su calva frente y dos pupilas rojas y brillantes. Era un namekuseíjin. Rider los conocía bastante bien sin embargo estaba sorprendido. Nunca en su vida había visto a uno fuera de Namek y mucho menos a uno tan pequeño.
-Gracias, hago se hace lo que se puede - dijo de manera amistosa mientras se acercaba al impresionado espectador –pero no me llames señor, niño me hace sentir viejo. Mejor dime Rider ¿y tu eres?- estaba a unos pasos del muchacho mirándolo detenidamente. Espontáneamente - ¿Qué hace un nameku en un lugar como este? - se sentó en suelo y continuó hablando - Así que te gustan las artes marciales ¿Sabes pelear o tan solo te dedicas a ver?
Rider- Mensajes : 48
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Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
El chico ganador no llevaba camisa, igual que el pequeño Kradder. Al escuchar los aplausos y la felicitación del nameku, el combatiente se acercó a él mientras que dos hombres se llevaban a rastras al boxeador que perdió.
- Gracias, se hace lo que se puede - le dijo de manera amistosa - pero no me llames señor, niño, me hace sentir viejo. Mejor dime Rider ¿y tu eres? - dijo preguntándole su nombre.
- ¡Me llamo Kradder! Mucho gusto en conocerte - respondió con entusiasmo y le ofreció la mano para estrechárselo.
- ¿Qué hace un nameku en un lugar como este? - dijo sentándose en el suelo y sin dejar que Kradder respondiera siguió hablando - Así que te gustan las artes marciales ¿Sabes pelear o tan solo te dedicas a ver?
Al escuchar la palabra "nameku" Kradder quedó confundido. ¿Qué quería decir con aquello? ¿Era alguna palabra propia que usaba la gente de la ciudad? Al menos no parecía que estuviera insultándole. Su padre no le había contado nada sobre su raza... sabía que no era humano, pero en aquel momento no tenía ni idea de que era un namekuseijin. Su padre era un renegado... odiaba su raza... odiaba a todos los namekus... excepto a Kradder, su propio hijo. Sin embargo, prefirió guardar su ira para sí mismo, para que el pequeño pudiese empezar de cero y crear su propia opinión sobre su raza. Pero aún no era el momento.
- Soy muy fuerte señor Rider - le respondió diciendo su nombre pero incluyendo "señor" en la frase, le habían educado para tratar a los demás con respeto - Estoy viajando para hacerme más fuerte, quiero ser más fuerte que los dioses - le respondió con una sonrisa de oreja a oreja y la sinceridad como una montaña.
Mientras hablaba Kradder observaba su nuevo conocido. Tenía una cicatriz en la mejilla, seguramente hecho por un rival extremadamente poderoso. Incluso sentado era casi más alto que el nameku, su cuerpo desarrollado le recordaba el cuerpo de su padre, musculoso pero sin pasarse de la raya para movimientos rápidos. Era genial estar frente a un gran luchador, Kradder estaba emocionado.
- Acabamos de conocernos pero... ¿podría viajar con usted señor Rider? ¡Usted es super poderoso! - Kradder había acabado con bestias que lo triplicaban en tamaño, pero nunca había luchado con alguien especializado en artes marciales. Era su primera vez en una ciudad habitada y se notaba.
- Gracias, se hace lo que se puede - le dijo de manera amistosa - pero no me llames señor, niño, me hace sentir viejo. Mejor dime Rider ¿y tu eres? - dijo preguntándole su nombre.
- ¡Me llamo Kradder! Mucho gusto en conocerte - respondió con entusiasmo y le ofreció la mano para estrechárselo.
- ¿Qué hace un nameku en un lugar como este? - dijo sentándose en el suelo y sin dejar que Kradder respondiera siguió hablando - Así que te gustan las artes marciales ¿Sabes pelear o tan solo te dedicas a ver?
Al escuchar la palabra "nameku" Kradder quedó confundido. ¿Qué quería decir con aquello? ¿Era alguna palabra propia que usaba la gente de la ciudad? Al menos no parecía que estuviera insultándole. Su padre no le había contado nada sobre su raza... sabía que no era humano, pero en aquel momento no tenía ni idea de que era un namekuseijin. Su padre era un renegado... odiaba su raza... odiaba a todos los namekus... excepto a Kradder, su propio hijo. Sin embargo, prefirió guardar su ira para sí mismo, para que el pequeño pudiese empezar de cero y crear su propia opinión sobre su raza. Pero aún no era el momento.
- Soy muy fuerte señor Rider - le respondió diciendo su nombre pero incluyendo "señor" en la frase, le habían educado para tratar a los demás con respeto - Estoy viajando para hacerme más fuerte, quiero ser más fuerte que los dioses - le respondió con una sonrisa de oreja a oreja y la sinceridad como una montaña.
Mientras hablaba Kradder observaba su nuevo conocido. Tenía una cicatriz en la mejilla, seguramente hecho por un rival extremadamente poderoso. Incluso sentado era casi más alto que el nameku, su cuerpo desarrollado le recordaba el cuerpo de su padre, musculoso pero sin pasarse de la raya para movimientos rápidos. Era genial estar frente a un gran luchador, Kradder estaba emocionado.
- Acabamos de conocernos pero... ¿podría viajar con usted señor Rider? ¡Usted es super poderoso! - Kradder había acabado con bestias que lo triplicaban en tamaño, pero nunca había luchado con alguien especializado en artes marciales. Era su primera vez en una ciudad habitada y se notaba.
Kradder- Mensajes : 20
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Fecha de inscripción : 26/07/2012
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Sentado a un lado del pequeño namekuseijin de nombre Kradder, Rider sintió nostalgia al escuchar al joven entusiasta. Le hacía recordar lo exaltado que se sentía de pequeño al ver a dos artistas marciales combatiendo. Recordaba aquella sincera emoción al ver las piruetas y las fintas de los más atléticos, sentir el sonido que provocaban los golpes más fuertes o incluso al observar extrañas poses de pelea. Esa época en la que tan solo era un principiante tratando de superar cada reto de su maestro, una época divertida, llena de alegrías y lecciones. Ya no era un niño pero aún sentía un intenso gusto por las artes marciales y aún se emocionaba al encontrarse con una pelea, sin importar el estilo o la calidad de los contendientes, cada combate podía enseñarte muchas cosas.
Sonrió al escucharlo hablar, se tenía mucha confianza sobre sus aptitudes podía sonar algo arrogante e ingenuo pero el pequeño de piel verde quería seguir mejorando, eso era algo fundamental en los artistas marciales. Era algo lógico Kradder quisiera viajar por el globo, era la manera más fácil que un artista marcial tenía para encontrarse con otros pares y poder probar tus progresos - Con que más fuertes que los dioses ¿eh? ¿Te han hecho algo?- preguntó en broma con una gran sonrisa mientras le guiñaba un ojo - ya veo, viajas para hacerte más fuerte. Se ve que muchos hacemos eso, porque también estoy en busca de buenos rivales alrededor del mundo- Ya no recordaba desde cuando había comenzado a vagar por el planeta, visitando pequeños poblados, ciudades enormes, cruzando paisajes impresionantes y reveladores en busca de peleas y entrenamientos.
De pronto, el viajero Nameku le hizo una interesante propuesta, Kradder le preguntó si ambos podían continuar juntos sus viajes. A pesar de que jamás se había sentido triste por estar en soledad, había pasado ocasiones por demás aburridas y tediosas, en especial cuando se veía obligado a transportarse a pie. Tal vez tener un compañero de ruta haría todo más ameno.
-¡ Cla…- pero entonces una duda le pasó por su mente, Kardder era tan solo un niño y su vida podría estar en peligro numerosas veces, además de que lo podría retrasar con sus problemas infantiles. Tenía que asegurarse de que podía cuidarse por si mismo -Espera- dijo mirándolo detenidamente de una manera intimidante – ¿Sabes cuidarte solo? ¿Roncas o grita cuando duermes? ¿Cocinas?- se calló en espera de sus respuestas y continuó con hablando con expresiones exageradas – ¡Bah! No importa, tengo una regla: “Todos mis compañeros de viaje deben poder rivalizar conmigo en una contienda.”- Se paró de un salto y levantó sus brazos para tomar una postura de combate del Muay Thai - ¿Crees que podrás vencerme, enano?- terminó sus palabras guiñándole un ojo.
Sonrió al escucharlo hablar, se tenía mucha confianza sobre sus aptitudes podía sonar algo arrogante e ingenuo pero el pequeño de piel verde quería seguir mejorando, eso era algo fundamental en los artistas marciales. Era algo lógico Kradder quisiera viajar por el globo, era la manera más fácil que un artista marcial tenía para encontrarse con otros pares y poder probar tus progresos - Con que más fuertes que los dioses ¿eh? ¿Te han hecho algo?- preguntó en broma con una gran sonrisa mientras le guiñaba un ojo - ya veo, viajas para hacerte más fuerte. Se ve que muchos hacemos eso, porque también estoy en busca de buenos rivales alrededor del mundo- Ya no recordaba desde cuando había comenzado a vagar por el planeta, visitando pequeños poblados, ciudades enormes, cruzando paisajes impresionantes y reveladores en busca de peleas y entrenamientos.
De pronto, el viajero Nameku le hizo una interesante propuesta, Kradder le preguntó si ambos podían continuar juntos sus viajes. A pesar de que jamás se había sentido triste por estar en soledad, había pasado ocasiones por demás aburridas y tediosas, en especial cuando se veía obligado a transportarse a pie. Tal vez tener un compañero de ruta haría todo más ameno.
-¡ Cla…- pero entonces una duda le pasó por su mente, Kardder era tan solo un niño y su vida podría estar en peligro numerosas veces, además de que lo podría retrasar con sus problemas infantiles. Tenía que asegurarse de que podía cuidarse por si mismo -Espera- dijo mirándolo detenidamente de una manera intimidante – ¿Sabes cuidarte solo? ¿Roncas o grita cuando duermes? ¿Cocinas?- se calló en espera de sus respuestas y continuó con hablando con expresiones exageradas – ¡Bah! No importa, tengo una regla: “Todos mis compañeros de viaje deben poder rivalizar conmigo en una contienda.”- Se paró de un salto y levantó sus brazos para tomar una postura de combate del Muay Thai - ¿Crees que podrás vencerme, enano?- terminó sus palabras guiñándole un ojo.
Rider- Mensajes : 48
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Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
- Con que más fuertes que los dioses ¿eh? ¿Te han hecho algo? ... Ya veo, viajas para hacerte más fuerte. Se ve que muchos hacemos eso, porque también estoy en busca de buenos rivales alrededor del mundo - estaba claro, aquel chico sabía de lo que Kradder hablaba.
Se veía su experiencia viajando por el mundo y luchando tan solo mirándole a los ojos. Tras la propuesta de Kradder de viajar juntos, pareció que Rider se animó aún más, pero de pronto la preocupación se hizo amo de su rostro.
-¡ Cla… Espera... ¿Sabes cuidarte solo? ¿Roncas o grita cuando duermes? ¿Cocinas? - le preguntó preocupado. Era obvio que si tenía que hacer de niñera no sería buena idea que el nameku lo acompañara.
- ¡Hahaha! ¡Claro que sé cuidarme solo! ¡Hahaha! - empezó a reirse Kradder mientras se echaba hacia atrás para acabar sentado en el suelo - Hahaha... ay... que bueno... bueno, yo nunca duermo, tan solo me paro a descansar el cuerpo y el alma, pero no suelo dormir. Así que no tendrás que preocuparte de que ronca. Y no, no cocino. Mi padre me crió y decía que solo necesitaba agua para alimentarme, no me gusta mucho la comida. Por eso encontrar provisiones para mí es más fácil que encontrarlos para un humano - le decía después de conseguir parar de reirse.
- ¡Bah! No importa, tengo una regla: “Todos mis compañeros de viaje deben poder rivalizar conmigo en una contienda.”- de repente se incorporó y se puso en pose de lucha, un pose que no conocía - ¿Crees que podrás vencerme, enano?
Kradder también se incorporó, pero éste lo hizo sin prisas y con paciencia. Se estiró un poco, primero las piernas y después la espalda.
La gente ahora paseaba con normalidad por las calles de la ciudad, no quedaba nadie del anterior espectáculo y eso era de agradecer ya que ahora había un hueco bastante grande para un combate. Kradder no se puso en ninguna posición, simplemente se puso frente a Rider de pie. El sol calentaba la ciudad cuando una nube pasó entre ellas y oscureció la zona donde estaban los recién conocidos. Kradder lo miraba detenidamente. Había luchado contra muchas bestias, pero nunca contra un luchador. Este combate sería diferente. La nube seguía en movimiento, y pronto dejó paso de nuevo al sol. Cuando éste iluminó la cara de Rider, Kradder cogió impulso y saltó en horizontal a por él, con la intención de darle un puñetazo con su puño izquierdo en la cara.
Se veía su experiencia viajando por el mundo y luchando tan solo mirándole a los ojos. Tras la propuesta de Kradder de viajar juntos, pareció que Rider se animó aún más, pero de pronto la preocupación se hizo amo de su rostro.
-¡ Cla… Espera... ¿Sabes cuidarte solo? ¿Roncas o grita cuando duermes? ¿Cocinas? - le preguntó preocupado. Era obvio que si tenía que hacer de niñera no sería buena idea que el nameku lo acompañara.
- ¡Hahaha! ¡Claro que sé cuidarme solo! ¡Hahaha! - empezó a reirse Kradder mientras se echaba hacia atrás para acabar sentado en el suelo - Hahaha... ay... que bueno... bueno, yo nunca duermo, tan solo me paro a descansar el cuerpo y el alma, pero no suelo dormir. Así que no tendrás que preocuparte de que ronca. Y no, no cocino. Mi padre me crió y decía que solo necesitaba agua para alimentarme, no me gusta mucho la comida. Por eso encontrar provisiones para mí es más fácil que encontrarlos para un humano - le decía después de conseguir parar de reirse.
- ¡Bah! No importa, tengo una regla: “Todos mis compañeros de viaje deben poder rivalizar conmigo en una contienda.”- de repente se incorporó y se puso en pose de lucha, un pose que no conocía - ¿Crees que podrás vencerme, enano?
Kradder también se incorporó, pero éste lo hizo sin prisas y con paciencia. Se estiró un poco, primero las piernas y después la espalda.
La gente ahora paseaba con normalidad por las calles de la ciudad, no quedaba nadie del anterior espectáculo y eso era de agradecer ya que ahora había un hueco bastante grande para un combate. Kradder no se puso en ninguna posición, simplemente se puso frente a Rider de pie. El sol calentaba la ciudad cuando una nube pasó entre ellas y oscureció la zona donde estaban los recién conocidos. Kradder lo miraba detenidamente. Había luchado contra muchas bestias, pero nunca contra un luchador. Este combate sería diferente. La nube seguía en movimiento, y pronto dejó paso de nuevo al sol. Cuando éste iluminó la cara de Rider, Kradder cogió impulso y saltó en horizontal a por él, con la intención de darle un puñetazo con su puño izquierdo en la cara.
Kradder- Mensajes : 20
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Como dos guerreros a punto de entablar una batalla a muerte los dos jóvenes se miraban el uno al otro detenidamente, enfrentados a una corta distancia. Mientras las nubes bailaban sobre sus cabezas al ritmo que les imponía el viento mientras el sol se ocultaba tras ellas para luego dejarse ver de a ratos. Una escena que fácilmente podría confundirse con la de una película de vaqueros.
Rider observaba al niño nameku tratando de descifrar sus características y habilidades, buscando una táctica que lo haga vencedor. Según podía ver, tenía una estatura muy baja y extremidades demasiado cortas, el alcance y su tamaño le daban una ventaja pero estaba seguro que su rival sería bastante escurridizo y le costaría golpearlo. Estaba concentrado, no le importaba que fuera un niño, después de todo a sus primeros rivales tampoco les hubiera importado su edad.
El luchador más alto tenía su vista dirigida hacia el oriente, de frente al gran astro que resplandecía con fuerzas. Esperando ver un movimiento de su adversario para reaccionar, no conocía de lo que Kradder era capaz y no podía arriesgarse a comenzar la ofensiva, después de todo los namekianos eran seres con muchas cartas bajo la manga y ese pequeño podría aprovecharlas perfectamente, no debía arriesgarse.
Muy a su pesar, como era de esperar, su suerte y los vientos confabularon en su contra. Una espesa nube que yacía sobre sus cabezas se fue moviendo lentamente dejando a su paso un rayo de luz que encandilo a Rider por unos instantes. Aunque supuso que lo haría no pudo reaccionar a tiempo ante la embestida de Kradder, hundiendo la mejilla del terrícola con la fuerza de su puño.
El dolor hizo despertar en Rider las ganas de reaccionar y devolverle el golpe al más pequeño. En esos instantes en que la adrenalina hacía que el tiempo pareciera detenerse, logró observar la silueta del namekuseijin en el aire. No dudo, casi por instinto azotó con el revés de su brazo el cuerpo de su rival, estaba en una posición que le resultaría imposible esquivar el golpe y ser lanzado lejos del humano contra un muro. Otra vez estaban a unos metros de distancia.
- Fue muy buena tu idea- dijo guiñándole un ojo- pero no funcionará de nuevo- esta vez fue Rider quien empezó la ofensiva. Avanzó hacia Kradder rápidamente, como si quisiera embestirlo con un tacle. Sin embargo, a tan solo un par de pasos de Kradder, el terrícola se frenó de repente. Usando el impulso de la carrera lanzó una patada a la cabeza de Kradder, con la fuerza para derribarlo.
Rider observaba al niño nameku tratando de descifrar sus características y habilidades, buscando una táctica que lo haga vencedor. Según podía ver, tenía una estatura muy baja y extremidades demasiado cortas, el alcance y su tamaño le daban una ventaja pero estaba seguro que su rival sería bastante escurridizo y le costaría golpearlo. Estaba concentrado, no le importaba que fuera un niño, después de todo a sus primeros rivales tampoco les hubiera importado su edad.
El luchador más alto tenía su vista dirigida hacia el oriente, de frente al gran astro que resplandecía con fuerzas. Esperando ver un movimiento de su adversario para reaccionar, no conocía de lo que Kradder era capaz y no podía arriesgarse a comenzar la ofensiva, después de todo los namekianos eran seres con muchas cartas bajo la manga y ese pequeño podría aprovecharlas perfectamente, no debía arriesgarse.
Muy a su pesar, como era de esperar, su suerte y los vientos confabularon en su contra. Una espesa nube que yacía sobre sus cabezas se fue moviendo lentamente dejando a su paso un rayo de luz que encandilo a Rider por unos instantes. Aunque supuso que lo haría no pudo reaccionar a tiempo ante la embestida de Kradder, hundiendo la mejilla del terrícola con la fuerza de su puño.
El dolor hizo despertar en Rider las ganas de reaccionar y devolverle el golpe al más pequeño. En esos instantes en que la adrenalina hacía que el tiempo pareciera detenerse, logró observar la silueta del namekuseijin en el aire. No dudo, casi por instinto azotó con el revés de su brazo el cuerpo de su rival, estaba en una posición que le resultaría imposible esquivar el golpe y ser lanzado lejos del humano contra un muro. Otra vez estaban a unos metros de distancia.
- Fue muy buena tu idea- dijo guiñándole un ojo- pero no funcionará de nuevo- esta vez fue Rider quien empezó la ofensiva. Avanzó hacia Kradder rápidamente, como si quisiera embestirlo con un tacle. Sin embargo, a tan solo un par de pasos de Kradder, el terrícola se frenó de repente. Usando el impulso de la carrera lanzó una patada a la cabeza de Kradder, con la fuerza para derribarlo.
Rider- Mensajes : 48
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Todavía no sabía dónde iba a llegar viajando tan hacia el oeste –aparte de la ciudad–, aunque como no tenía nada que perder, ¿qué importaba? Menos aún el respiro de los pies cuando te montas en una motocicleta y esperas que nadie te moleste, mientras tiendas de todo tipo se abren a sendos lados del rostro. Lo que se alcanza a ver es toda una amalgama de colores, edificios y lugares que jamás creíste alcanzar a ver todos, y es que la realidad es que Katja, pese a llevar ya un tiempo viajando, no acababa de acostumbrarse a la amplitud del mundo donde estaba viviendo.
Sea como fuere, el sol había alcanzado su punto álgido, y en pleno clímax hacía un calor tan sofocante que la capa que traía parecía pesar tanto como la gravedad triplicada que envuelve la tierra. Ahora se la había quitado y yacía en el regazo de la joven, que mientras esperaba alcanzar su destino, disfrutaba de ir en su motocicleta entre todo el traqueteo que llevaba viviendo quién sabe cuánto.
Sabía que se dirigía hacia una ciudad lejos de ésta, pero ni recordaba el nombre ni tenía intención de preguntarle a nadie. Le gustaba valerse por sí misma, y por una vez en su vida no tenía que hablar con nadie si no quería, por lo que... Bueno, estaba relajada. Pudiera llamarse así.
Conforme más andaba, más calor hacía. El asfalto comenzaba a dar paso a escarpados senderos, a yermos callejones y a unos suburbios tan peligrosos e inhóspitos que su sola visión encogía el alma. Parecía una zona perfecta para el robo o la clandestinidad, que no albergaba seguridad en ella y, sin embargo, los comerciantes seguían acudiendo. Pensaba entonces Katja que debía de haber muchos interesantes mercados ilegales en él, o al menos aventuras que correr. Ese pensamiento casi le arrancaba las ganas de mantenerse a salvo, aunque bien sabía que se lanzaba hacia un viaje que no sabía ni cómo empezaría ni si saldría bien, pero sí que sería igual de imprevisible que lo que llevaba vivido hasta ese momento.
Entre tales pensamientos subrepticios, la joven ignoró por completo que un muchacho de cabello castaño y revuelto (Que parecía inmerso en una pelea callejera), se cruzó en su camino de improviso, lanzando una patada. De no haber sido porque Katja orientó su vista al frente en una milésima de segundos antes, la colisión hubiera sido letal. Frenó su motocicleta, virando hacia la izquierda con fuerza, pero de todos modos con el costado embistió al pobre Rider sin querer. ¡BUM!
– ¡Dios mío! ¡Lo siento tanto! – se disculpó la joven, bajándose de la motocicleta y corriendo hacia el chico, para socorrerlo. Se sentía en ese mismo momento, la persona mas estúpida del mundo.
Una vez a su lado, se quitó su casco de motociclista, dejando que su lacia cabellera rosada cayera de forma elegante sobre sus hombros, mientras que algunos mechones ondearon al viento, a causa de una brisa que se alzó de improviso. – ¿Estás bien? – preguntó alarmada, mientras lo miraba fijamente a los ojos. A simple vista, no tenía signos de heridas graves. Estaba tan abstraída de lo que había a su alrededor en ése momento, que ni siquiera se percató de la presencia del pequeño Namekiano. Hoy al parecer, es un día de golpes.
Sea como fuere, el sol había alcanzado su punto álgido, y en pleno clímax hacía un calor tan sofocante que la capa que traía parecía pesar tanto como la gravedad triplicada que envuelve la tierra. Ahora se la había quitado y yacía en el regazo de la joven, que mientras esperaba alcanzar su destino, disfrutaba de ir en su motocicleta entre todo el traqueteo que llevaba viviendo quién sabe cuánto.
Sabía que se dirigía hacia una ciudad lejos de ésta, pero ni recordaba el nombre ni tenía intención de preguntarle a nadie. Le gustaba valerse por sí misma, y por una vez en su vida no tenía que hablar con nadie si no quería, por lo que... Bueno, estaba relajada. Pudiera llamarse así.
Conforme más andaba, más calor hacía. El asfalto comenzaba a dar paso a escarpados senderos, a yermos callejones y a unos suburbios tan peligrosos e inhóspitos que su sola visión encogía el alma. Parecía una zona perfecta para el robo o la clandestinidad, que no albergaba seguridad en ella y, sin embargo, los comerciantes seguían acudiendo. Pensaba entonces Katja que debía de haber muchos interesantes mercados ilegales en él, o al menos aventuras que correr. Ese pensamiento casi le arrancaba las ganas de mantenerse a salvo, aunque bien sabía que se lanzaba hacia un viaje que no sabía ni cómo empezaría ni si saldría bien, pero sí que sería igual de imprevisible que lo que llevaba vivido hasta ese momento.
Entre tales pensamientos subrepticios, la joven ignoró por completo que un muchacho de cabello castaño y revuelto (Que parecía inmerso en una pelea callejera), se cruzó en su camino de improviso, lanzando una patada. De no haber sido porque Katja orientó su vista al frente en una milésima de segundos antes, la colisión hubiera sido letal. Frenó su motocicleta, virando hacia la izquierda con fuerza, pero de todos modos con el costado embistió al pobre Rider sin querer. ¡BUM!
– ¡Dios mío! ¡Lo siento tanto! – se disculpó la joven, bajándose de la motocicleta y corriendo hacia el chico, para socorrerlo. Se sentía en ese mismo momento, la persona mas estúpida del mundo.
Una vez a su lado, se quitó su casco de motociclista, dejando que su lacia cabellera rosada cayera de forma elegante sobre sus hombros, mientras que algunos mechones ondearon al viento, a causa de una brisa que se alzó de improviso. – ¿Estás bien? – preguntó alarmada, mientras lo miraba fijamente a los ojos. A simple vista, no tenía signos de heridas graves. Estaba tan abstraída de lo que había a su alrededor en ése momento, que ni siquiera se percató de la presencia del pequeño Namekiano. Hoy al parecer, es un día de golpes.
- Off:
- ¿Puedo entrar? >.< Lamento la abrupta entrada y por arruinar su pelea, pero me pareció una idea divertida x) Si les molesta mi presencia, avise y borro post~
Katja- Mensajes : 16
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
[Off: Por mí no hay problema, me he reído xD A ver si Rider está de acuerdo en que lo atropelles]
El golpe de Kradder acertó de lleno en la cara de Rider gracias a que lo atrapó inesperadamente. De repente, antes de que al nameku le diese tiempo a reaccionar de alguna manera, el brazo de su oponente había chocado contra él con tanta fuerza que salió volando. En el rápido trayecto casi se lleva consigo a dos personas que paseaban felizmente, pero Kradder pasó por delante de ellos, a un paso de distancia, dejándolos casi de piedra. El golpe fue tremendo, chocó contra la pared, abriendo un par de grietas en ella, y luego cayó al suelo.
- Tsk... es fuerte... - decía Kradder mientras se incorporaba frotando la espalda.
Al mirar hacia delante vio que Rider iba a por él, otro ataque. Corría como el demonio, como quien no tiene mañana, saltó a por el pequeñajo con la pierna a punto de arrancarle la cabeza. Kradder, atento al combate, se agachó apoyando las palmas de las manos en el suelo. Empezó a acumular ki en sus manos para utilizar una onda de ki como propulsión y le daría un tremendo cabezazo a su rival en la cabeza. Estaba orgulloso de tener una cabeza muy dura y le encantaba atacar con ella.
Sin embargo... pasó algo que ninguno de los combatientes esperaría jamás. Frente a Kradder apareció una moto, golpeando a Rider, dejando su ataque en nada y lanzándolo contra el suelo. Al ver esto, Kradder dejó de acumular ki y se acercó a su oponente.
– ¡Dios mío! ¡Lo siento tanto! ¿Estás bien? - el conductor de la motocicleta se quitó el casco y se preocupó por su víctima.
Era una chica de pelo largo y rosado. Cualquier hombre se sentiría atraído al ver una chica tan bella, con esa tez clara y aquellas curvas que atraerían al mismísimo diablo. No obstante, Kradder se quedó mirando, sin saber si sería una chica guapa o no, lo que sí sabía es que era bastante torpe o se estaba sacando el carnet de conducir.
- Tranquila, no morirá por eso. Señor Rider, creo que es mi victoria. Jijijiji - se reía el pequeñajo verde viendo a su oponente tumbado en el suelo.
El golpe de Kradder acertó de lleno en la cara de Rider gracias a que lo atrapó inesperadamente. De repente, antes de que al nameku le diese tiempo a reaccionar de alguna manera, el brazo de su oponente había chocado contra él con tanta fuerza que salió volando. En el rápido trayecto casi se lleva consigo a dos personas que paseaban felizmente, pero Kradder pasó por delante de ellos, a un paso de distancia, dejándolos casi de piedra. El golpe fue tremendo, chocó contra la pared, abriendo un par de grietas en ella, y luego cayó al suelo.
- Tsk... es fuerte... - decía Kradder mientras se incorporaba frotando la espalda.
Al mirar hacia delante vio que Rider iba a por él, otro ataque. Corría como el demonio, como quien no tiene mañana, saltó a por el pequeñajo con la pierna a punto de arrancarle la cabeza. Kradder, atento al combate, se agachó apoyando las palmas de las manos en el suelo. Empezó a acumular ki en sus manos para utilizar una onda de ki como propulsión y le daría un tremendo cabezazo a su rival en la cabeza. Estaba orgulloso de tener una cabeza muy dura y le encantaba atacar con ella.
Sin embargo... pasó algo que ninguno de los combatientes esperaría jamás. Frente a Kradder apareció una moto, golpeando a Rider, dejando su ataque en nada y lanzándolo contra el suelo. Al ver esto, Kradder dejó de acumular ki y se acercó a su oponente.
– ¡Dios mío! ¡Lo siento tanto! ¿Estás bien? - el conductor de la motocicleta se quitó el casco y se preocupó por su víctima.
Era una chica de pelo largo y rosado. Cualquier hombre se sentiría atraído al ver una chica tan bella, con esa tez clara y aquellas curvas que atraerían al mismísimo diablo. No obstante, Kradder se quedó mirando, sin saber si sería una chica guapa o no, lo que sí sabía es que era bastante torpe o se estaba sacando el carnet de conducir.
- Tranquila, no morirá por eso. Señor Rider, creo que es mi victoria. Jijijiji - se reía el pequeñajo verde viendo a su oponente tumbado en el suelo.
Kradder- Mensajes : 20
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
-Kyaaa- con un grito de guerra, Rider lanzó una potente patada a la altura de la cabeza del su rival, un pequeño namekuseijin que viajaba por el mundo, y dio giro por el impulso de su cuerpo. Había sido una patada veloz y potente, pero Kradder logró flexionar sus rodillas a tiempo y así la pierna del mayor pasó rozando su verde cabeza. Las manos de Kradder estaban apoyadas en el suelo y, para sorpresa de Rider, se impulsó con fuerzas en un salto increíble, con su cabeza apuntando rostro de Rider. El humano solo atinó a dar un salto hacia atrás para evitar ese golpe y aprovechar la posición de su oponente para contraatacar de nuevo.
Estaba a un par de centímetros del suelo, pensando en su próximo movimiento, calculando las distancias y la posible respuesta de Kradder. Su concentración estaba al máximo, todo lo que veía y había visto lo usaría para manejar su combate, cada irregularidad del terreno, cada persona que se encontraba en esa calle, y las expresiones de su rival, no dejaría nada librado al azar. Pero no tuvo en cuenta a una joven motociclista que recorría aquella calle velozmente quien tampoco se percató de la presencia del artista marcial. Aunque trató de frenar torciendo su moto no pudo evitar que su transporte golpeara a Rider. Fue despedido hacia atrás haciéndolo rodar un par de metros por el asfalto hasta quedar boca arriba.
Aturdido y confundido, posando su vista nublada en el cielo azul sin ver absolutamente nada, con la mente en blanco concentrada tan solo en el golpe. No sabía lo que pasaba a su alrededor y no podía identificar aquella delicada silueta de rizos rosas que se posaba ante sus ojos, ni tampoco lograba descifrar los sonidos que provenían de la silueta – ¿Estoy muerto?- preguntó antes de lograr reincorporarse mientras su visión comenzaba a aclararse permitiéndole ver a una hermosa chica – ¿Qué pasó?- dijo mientras se masajeaba la cabeza y su pierna, había sido un fuerte golpe pero no sería escuza para dejar de reclamar sobre el fallo que el namekiano quería imponer - Estás loco, Kradder…la pelea se suspende por intervención ajena, en todo caso perderías tu- dijo mientras se levantaba.
Al estar completamente erguido posó su vista en quien lo había embestido – hablando de eso, ¿Cómo te llamas?- no estaba enojado, Rider no era alguien rencoroso además su subconsciente no le permitía molestarse con muchachas como Kajta, su belleza le hacían ganar algo de paciencia y comprensión – ¿Sabes que es de mala educación atropellar a los peatones?- preguntó en broma con una sonrisa.
Estaba a un par de centímetros del suelo, pensando en su próximo movimiento, calculando las distancias y la posible respuesta de Kradder. Su concentración estaba al máximo, todo lo que veía y había visto lo usaría para manejar su combate, cada irregularidad del terreno, cada persona que se encontraba en esa calle, y las expresiones de su rival, no dejaría nada librado al azar. Pero no tuvo en cuenta a una joven motociclista que recorría aquella calle velozmente quien tampoco se percató de la presencia del artista marcial. Aunque trató de frenar torciendo su moto no pudo evitar que su transporte golpeara a Rider. Fue despedido hacia atrás haciéndolo rodar un par de metros por el asfalto hasta quedar boca arriba.
Aturdido y confundido, posando su vista nublada en el cielo azul sin ver absolutamente nada, con la mente en blanco concentrada tan solo en el golpe. No sabía lo que pasaba a su alrededor y no podía identificar aquella delicada silueta de rizos rosas que se posaba ante sus ojos, ni tampoco lograba descifrar los sonidos que provenían de la silueta – ¿Estoy muerto?- preguntó antes de lograr reincorporarse mientras su visión comenzaba a aclararse permitiéndole ver a una hermosa chica – ¿Qué pasó?- dijo mientras se masajeaba la cabeza y su pierna, había sido un fuerte golpe pero no sería escuza para dejar de reclamar sobre el fallo que el namekiano quería imponer - Estás loco, Kradder…la pelea se suspende por intervención ajena, en todo caso perderías tu- dijo mientras se levantaba.
Al estar completamente erguido posó su vista en quien lo había embestido – hablando de eso, ¿Cómo te llamas?- no estaba enojado, Rider no era alguien rencoroso además su subconsciente no le permitía molestarse con muchachas como Kajta, su belleza le hacían ganar algo de paciencia y comprensión – ¿Sabes que es de mala educación atropellar a los peatones?- preguntó en broma con una sonrisa.
Rider- Mensajes : 48
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Le miraba preocupada, con los ojos abiertos de par en par y casi olvidándose de pestañear.
– ¡Lo siento! No te he visto... ¡Soy tan idiota!–se disculpó, ayudándole a levantarse. Había cruzado las manos en señal de preocupación, y con una vergüenza tan palpable que cuando Katja reflexionara sobre ello más tarde se sorprendería a sí misma. Se le hacía difícil de creer que Rider había salido ileso, pero ella no era quien para juzgar por las apariencias precisamente, de manera que, pensativa, se limitó a centrar su atención en el chico. Quizá hubiera personas más fuertes, o mucho más resistentes para soportar aquél golpe, pero haber soportado eso y levantarse sin más era admirable, y quién sabe cuántas cosas más habría soportado el chico.
Katja no podía ni hacerse a la idea, pues ella, realmente, llevaba tan poco tiempo aventurándose en el mundo que aunque su imaginación fuese inabarcable era evidente que muchas cosas se le escapaban.
– Tranquila, no morirá por eso. Señor Rider, creo que es mi victoria. Jijijiji-
La sorprendió.
Bueno, qué rayos, la asustó. De hecho, cuando exclamó "Tranquila" a la nada Katja trastabilló y casi acabó cayéndose de culo. Tuvo el buen tino de equilibrarse con el pulso a mil, mientras esperaba que la calma volviese a embargarla. Se giró y vio al pequeño Namekiano, asombrada. ¿Y ese... ¿niño? ¡Madre mía! ¿Qué diablos era esa cosa?, en su vida había visto un ser de tales características, pese a haber avistado algunas extrañas criaturas, con anterioridad. Siempre se había preguntado cómo serían las demás razas de el universo, lejos de los especímenes que habían aparecido en su corto viaje luego de huir de casa. Katja se había cruzado con hombres lobo, hombres lagarto, hombres tigres, incluso con monstruos. Cada cual más degenerado o más desgraciado, pero al fin y al cabo todos con el atributo común de la fealdad. Sin embargo, cuando descubres que juzgar por las apariencias está mal y que la rara apariencia muchas veces es acompañada por una gran bondad enterrada, te das cuenta de cuán errático ha sido tu comportamiento al ver con nuevos ojos el objeto de tu desprecio.
– ¿Cómo te llamas?- interrumpió el llamativo joven. – ¿Sabes que es de mala educación atropellar a los peatones?-
Katja asintió abochornada, con las mejillas al rojo vivo, y luego extendió su mano para estrechar la de Rider. — Mi nombre es Katja...— calló pese a que tenía muchas más disculpas amontonadas en los labios, y se obligó a ser paciente. Su atención no era algo de lo que ella pudiese fardar, más bien le faltaba completamente. Por eso la mayoría de las veces acababa metiéndose en líos ya no solo por su tozudez, sino por su impaciencia a la hora de esperar reacciones de otros.
Sea como fuere, la distensión del ambiente y el calor del mediodía ya se hacía de notar. — Permíteme compensarte de alguna manera... uhm— insistió la chica, quedándose pensativa por un momento. — ¿Que tal llevándote a almorzar?—preguntó ingeniosamente, mirándole con entusiasmo— A ambos... —disparó enseguida. Había perdido de vista, de que aquél niño verde era probablemente amigo del chico que acababa de atropellar. Katja no quería tener una cita con Rider. Bueno tal vez un poco. Bueno, tal vez no. O quizás muy en el fondo. Fuera como fuera, nunca admitiría algo así, y no quería que Rider pensara algo tan ridículo como eso. Lo único que deseaba sinceramente en ese momento, era disculparse por lo cometido.
– ¡Lo siento! No te he visto... ¡Soy tan idiota!–se disculpó, ayudándole a levantarse. Había cruzado las manos en señal de preocupación, y con una vergüenza tan palpable que cuando Katja reflexionara sobre ello más tarde se sorprendería a sí misma. Se le hacía difícil de creer que Rider había salido ileso, pero ella no era quien para juzgar por las apariencias precisamente, de manera que, pensativa, se limitó a centrar su atención en el chico. Quizá hubiera personas más fuertes, o mucho más resistentes para soportar aquél golpe, pero haber soportado eso y levantarse sin más era admirable, y quién sabe cuántas cosas más habría soportado el chico.
Katja no podía ni hacerse a la idea, pues ella, realmente, llevaba tan poco tiempo aventurándose en el mundo que aunque su imaginación fuese inabarcable era evidente que muchas cosas se le escapaban.
– Tranquila, no morirá por eso. Señor Rider, creo que es mi victoria. Jijijiji-
La sorprendió.
Bueno, qué rayos, la asustó. De hecho, cuando exclamó "Tranquila" a la nada Katja trastabilló y casi acabó cayéndose de culo. Tuvo el buen tino de equilibrarse con el pulso a mil, mientras esperaba que la calma volviese a embargarla. Se giró y vio al pequeño Namekiano, asombrada. ¿Y ese... ¿niño? ¡Madre mía! ¿Qué diablos era esa cosa?, en su vida había visto un ser de tales características, pese a haber avistado algunas extrañas criaturas, con anterioridad. Siempre se había preguntado cómo serían las demás razas de el universo, lejos de los especímenes que habían aparecido en su corto viaje luego de huir de casa. Katja se había cruzado con hombres lobo, hombres lagarto, hombres tigres, incluso con monstruos. Cada cual más degenerado o más desgraciado, pero al fin y al cabo todos con el atributo común de la fealdad. Sin embargo, cuando descubres que juzgar por las apariencias está mal y que la rara apariencia muchas veces es acompañada por una gran bondad enterrada, te das cuenta de cuán errático ha sido tu comportamiento al ver con nuevos ojos el objeto de tu desprecio.
– ¿Cómo te llamas?- interrumpió el llamativo joven. – ¿Sabes que es de mala educación atropellar a los peatones?-
Katja asintió abochornada, con las mejillas al rojo vivo, y luego extendió su mano para estrechar la de Rider. — Mi nombre es Katja...— calló pese a que tenía muchas más disculpas amontonadas en los labios, y se obligó a ser paciente. Su atención no era algo de lo que ella pudiese fardar, más bien le faltaba completamente. Por eso la mayoría de las veces acababa metiéndose en líos ya no solo por su tozudez, sino por su impaciencia a la hora de esperar reacciones de otros.
Sea como fuere, la distensión del ambiente y el calor del mediodía ya se hacía de notar. — Permíteme compensarte de alguna manera... uhm— insistió la chica, quedándose pensativa por un momento. — ¿Que tal llevándote a almorzar?—preguntó ingeniosamente, mirándole con entusiasmo— A ambos... —disparó enseguida. Había perdido de vista, de que aquél niño verde era probablemente amigo del chico que acababa de atropellar. Katja no quería tener una cita con Rider. Bueno tal vez un poco. Bueno, tal vez no. O quizás muy en el fondo. Fuera como fuera, nunca admitiría algo así, y no quería que Rider pensara algo tan ridículo como eso. Lo único que deseaba sinceramente en ese momento, era disculparse por lo cometido.
Katja- Mensajes : 16
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Re: Golpes en la gran ciudad (Libre)
Mientras se erguía y se recuperaba del duro golpe notó que la muchacha de larga cabellera se había alterado al ver al pequeño Kradder. Como si jamás hubiese visto a un chico de color verde, calvo y con antenas en su frente, o algún ser de extrañas características. Los namekuseijin eran hombres extraños, tanto de apariencias como por su cultura y otras características físicas, tenía entendido que eran mucho más flexibles que cualquier ser que habitara el planeta Tierra, además que entre su raza habían grandes magos y curanderos que podían sanar grandes males.
Pero alrededor del mundo se podía encontrar con personas tan o más extrañas que los provenientes de Namek. Desde hombres osos u hombres tigres hasta una manada de pterodáctilos humanoides con poderes singulares y una fuerza considerable. Desde pequeño Rider, se acostumbró a convivir con dichos seres y aprendió la sabia lección de que no hay que dejarse llevar por las apariencias. En esos momentos, el artista marcial sospechaba que quien lo había atropellado no había salido mucho de su hogar.
Su nombre era Kajta, y parecía realmente avergonzada por lo que había hecho. Además de que las palabras del muchacho no habían sido las más reconfortantes. Rider volvió a sonreír al ver la respuesta de la chica. Sus mejillas habían tomado un color rojizo bien fuerte dejando en claro lo que sentía. –Soy Rider y ese chico es Kradder- dijo al tomarle su mano suavemente en un saludo. Entonces cuando los invitó a almorzar, como disculpa, de una manera muy vivaz y entusiasta. Como si quisiera estar con él.
- ¡Genial!- respondió Rider – por mí no hay problema. ¿Tu que dices, Kradder? ¿Vamos?- le preguntó a su nuevo compañero de viaje. Aunque le había propuesto la pelea al niño namekiano, Rider sabía de antemano que decisión iba a tomar, tan solo quería conocer que tan bueno era el muchacho – Aunque estuve tan solo unas horas por aquí y no conozco nada así que te sigo, Katja- agregó guiñándole un ojo con una leve sonrisa – Por cierto, ¿eres de aquí? ¿O estas en un viaje?-
Pero alrededor del mundo se podía encontrar con personas tan o más extrañas que los provenientes de Namek. Desde hombres osos u hombres tigres hasta una manada de pterodáctilos humanoides con poderes singulares y una fuerza considerable. Desde pequeño Rider, se acostumbró a convivir con dichos seres y aprendió la sabia lección de que no hay que dejarse llevar por las apariencias. En esos momentos, el artista marcial sospechaba que quien lo había atropellado no había salido mucho de su hogar.
Su nombre era Kajta, y parecía realmente avergonzada por lo que había hecho. Además de que las palabras del muchacho no habían sido las más reconfortantes. Rider volvió a sonreír al ver la respuesta de la chica. Sus mejillas habían tomado un color rojizo bien fuerte dejando en claro lo que sentía. –Soy Rider y ese chico es Kradder- dijo al tomarle su mano suavemente en un saludo. Entonces cuando los invitó a almorzar, como disculpa, de una manera muy vivaz y entusiasta. Como si quisiera estar con él.
- ¡Genial!- respondió Rider – por mí no hay problema. ¿Tu que dices, Kradder? ¿Vamos?- le preguntó a su nuevo compañero de viaje. Aunque le había propuesto la pelea al niño namekiano, Rider sabía de antemano que decisión iba a tomar, tan solo quería conocer que tan bueno era el muchacho – Aunque estuve tan solo unas horas por aquí y no conozco nada así que te sigo, Katja- agregó guiñándole un ojo con una leve sonrisa – Por cierto, ¿eres de aquí? ¿O estas en un viaje?-
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