Ficha de Haskoz

Apariencia:



-Descripción psicológica:

La nave de Haskoz se estrelló junto a una pequeña aldea, que fundamentalmente vivían del campo y el ganado. Fue un matrimonio recién casado quién decidió ocuparse de la pequeña criatura con cola, cuyo nombre estaba escrito en el interior de la misteriosa nave.

La infancia de Haskoz fue buena. Ayudaba a sus padres en lo que podía y jugaba con los demás niños de la aldea en su tiempo libre. Pronto su fuerza empezó a ser notablemente superior al resto de sus amigos, ganando casi siempre en cualquier juego que se necesitase del físico para ganar. Fue entonces cuando descubrió su gran debilidad. Mientras tenía un combate amistoso con un chico 5 años mayor que él, éste le agarró de la cola y entonces su cuerpo enmudeció por completo. La fuerza de su cuerpo se desvaneció y se le nubló la vista. A partir de aquel día empezó a llevar la cola enroscada a su cintura, para dificultar que usaran su punto débil.

Al cumplir los 11 años, sus padres adoptivos tuvieron una hija a la que llamaron Yume. Se levantaba por las noches cuando la oía llorar; la hacía reír siempre que podía; le construía juguetes de madera en su tiempo libre y se preocupaba por ella si algo malo le pasaba. Empezó a quererla más de lo que jamás creía llegar a querer a algo o alguien, y aunque no quería sobre protegerla siempre velaba por ella desde la distancia cuando algún peligro, por minúsculo que fuese, se aproximase. A los 14 años, Haskoz consiguió comprar una cámara de video con sus ahorros para poder grabar a Yume y así enseñarle a ella como era de bebé cuando ésta fuese adulta.

Fue entonces cuando sucedió.

En una fatídica noche de tormenta, Haskoz filmaba a Yume mientras la hacía reír. Sin embargo, el estruendo de los rayos asustaron al bebé, haciéndola llorar. Haskoz, en un intento de calmarla, quiso explicarle que ella estaba a salvo. Dejó la cámara a un lado y la llevó en brazos hasta la ventana, abriendo las cortinas. Le dijo que los rayos jamás entrarían en la casa, que estaban muy lejos y que no les afectaría.

Y la vio.

Los inmensos nubarrones se apartaron para dejar a la vista a la luna, llena y pletórica. De un color dorado, Haskoz se quedó embobado mirándola. Su luz ejercía un extraño poder en él. En alguna parte de su mente, una parte de su ser le intentaba recordar que tenía prohibido mirar al cielo cuando hubiese luna. Siempre había respetado las órdenes de sus padres, pero ahora que la estaba viendo ya no podía apartar la mirada.

Y entonces todo se volvió negro...