Ficha de Rider

Es bastante maduro y comprensivo, sabe escuchar a las personas y suele ayudar a cualquier conocido que conozca. Es además honesto y cree en el honor. Es incorruptible y valiente. No es alguien que desprecie a otro por su origen, apariencia o gustos, no suele ser prejuicioso y mucho menos subestimaría a nadie. Es extrovertido, no tiene problemas de hablar con nadie y mucho menos decir a alguien sus verdades, no le cuesta hablar o insultar a otra persona, sin embargo es cuando debe hablar de ciertos temas que su timidez empieza a florecer. Es alguien bastante jovial y suele hacer bromas con sus amigos. Tiene además una gran fuerza de voluntad, siempre se empeña en mejorar en cada ámbito de su vida. Es alguien pasional. Si aprecia a algo o alguien eso nunca lo dejará y hará cualquier actividad que le guste con (casi insana) dedicación. Pero también al enojarse lo hace con gran ímpetu y es difícil que perdone a quien lo ofenda.

Es un apasionado del arte marcial a tal punto que es en lo que piensa la mayor parte de sus días. Entrenar, pelear y observar hacerlo es lo que principalmente hace nada más ocupa su mente. Cuando observa sus combates trata de analizar y predecir hasta el más mínimo movimiento y tácticas de los peleadores, así comprender y poder desarrollar nuevas estrategias durante sus propias peleas.

Al momento de la verdad, cuando de pelear se trata. Rider es alguien sumamente pasional y aguerrido, no va a dejar de pelear hasta que su última gota sangre y sudor caiga al suelo. Mas sin embargo, no es alguien que lance golpes a lo bruto, Rider sabe usar sus conocimientos marciales para analizar lo que sucede y poder asestar golpes correctamente. A pesar de ello, la derrota la toma como una oportunidad para aprender de sus errores y poder superarse a si mismo y jamás se derrumbaría por perder.

Era un invierno crudo y aterrador. La peor tormenta que durante décadas no afrontaban. Hacía días que nevaba continuamente y el viento azotaba violentamente las paredes de la pequeña villa rodeada pequeñas parcelas que eran cultivadas. Pero el invierno fue tan devastador que muchas familias se vieron obligadas a abandonar aquel lugar en busca de suerte. Un largo y mortal trecho debían cruzar para llegar a las ciudades, una aventura que podía costarles la vida. Fue por esa razón que muchos padres decidieron abandonar a sus hijos en un pequeño orfanato.

Al menos esa era la historia que le contaron al pequeño Rider y al resto de los niños abandonados. Cinco años habían pasado desde que había nacido, los mismos años que le sucedieron a la gran tormenta. En esos tiempos Rider, era un pequeño escuálido y enfermizo de cabellos castaños, alguien que no podía defenderse por si solo. No cabía duda que rápidamente se convertiría en el chivo expiatorio de los demás niños. Era el más débil de un grupo que nunca lo iba a dejar en paz.

En su corta vida se había ganado numerosos golpes en el nombre del aburrimiento. Era insultado constantemente por todos y las bromas no cesaban. Fue un día cualquiera que decidió enfrentarse a los abusivos, debía hacerse respetar aunque fuera por la fuerza. Estaba cansado, irritado y harto. Dudándolo se enfrentó al líder de sus compañeros, era el más molesto pero era el más fuerte de todos. Se abalanzó hacia él, intentando embestirlo. Su rival tan solo necesitó lanzar un golpe a la cara para derribarlo y dejarlo a merced del resto. Enojados por la rebeldía de Rider, comenzaron a golpearlo salvajemente, lo insultaron y se burlaron hasta hacerle entender que era un inútil e inofensivo insecto. Aquella fue la primera de una gran lista de derrotas.

Adolorido por las heridas de su cuerpo y la desdicha que afrontaba, el niño quería valerse por si mismo y para eso necesitaba hacerse más fuerte, necesitaba convertirse en un artista marcial como los que veía en la televisión y que tanto le agradaba. Pero en aquel pueblo nadie podría entrenarlo. Tenía que huir del pequeño pueblo, para hacerse más fuerte. Una calida noche de verano, Rider tomó sus pocas pertenencias y huyó del orfanato en busca de un maestro que lo entrenara.

Caminó durante días, viviendo de las limosnas de viajeros y de los frutos que crecían al costado del camino. Pero los días pasaban lentos y el cansancio se hizo sentir, el sendero cada vez se hacía más difícil de transitar y los alimentos escaseaban, Rider comenzaba a dudar de su plan y con cada paso pensaba en desistir. Fue entonces cuando se cruzó con alguien. Era un hombre enorme y musculoso de brazos anchos y duros como una piedra, una barba tupida cubría parte de su rostro quemado por el sol, era un hombre temible. Sin embargo, el hombre vestía unas raídas y ligeras ropas grises separadas por un cinto de tela negra. Era un artista marcial.

Costó trabajo convencer al hombre de que lo entrenara pero al fin la bondad del hombre y el deseo de transmitir sus conocimientos superaron su rudeza y se vio obligado a aceptar ser el maestro de Rider y propinarle un entrenamiento que jamás olvidaría.

Largos años pasaron desde que hombre tomó por discípulo al pequeño. Largos años de extenuante entrenamiento y duros combates. No había un día en que Rider lograra librarse de entrenar, de llevar sus capacidades físicas y mentales al límite. Aquel hombre comenzó a formar a un guerrero de grandes conocimientos marciales, entrenado con técnicas de distintas disciplinas y estilos. Repetidamente, debió enfrentarse a combatientes que claramente superaban sus habilidades y sin esperanza, debió besar el suelo miles de veces. Muchas derrotas conforman su record de peleas, tantas que a cualquier peleador pensaría en retirarse. Aún así, Rider continuó con su objetivo y siguió entrenando cada día más intensamente, hasta convertirse en un luchador aguerrido, técnico y con un gran análisis para los combates, sin embargo, la mala suerte siempre lo perseguía y ayudaba a sus rivales. La vida de Rider había mejorado notablemente al lado de su maestro, todo parecía ir de viento en popa.

Pero la vida volvería a golpear al joven artista marcial, una grave enfermedad afectó a su maestro, una enfermedad incurable y fulminante. Pocos días pudo soportar su maestro al avance de su enfermedad y la muerte decidió llevárselo al otro mundo. En su lecho de muerte, el joven peleador le juró a su maestro que jamás se rendiría y seguiría con luchando hasta la muerte.

Debido a la muerte de su sensei, Rider emprendió un viaje alrededor del mundo en busca de guerreros y artistas marciales, para pelear y aprender de ellos si es que lograban superarlo. Determinado a continuar progresando hasta que sus días en el mundo de los muertos se acaben.